Al principio, ¡qué sencillo,
allí delante, qué claro!
No era nada, era una rosa
haciendo feliz a un tallo,
un pájaro que va y viene
soñando que él es un pájaro,
una piedra, lenta flor
que le ha costado a esta tierra!
un esmero de mil años.
¡Qué fácil, todo al alcance!
¡Si ya no hay más que tomarlo!
Las manos, las inocentes
acuden siempre al engaño.
No van lejos, sólo van
hasta donde alcanza el tacto.
Rosa la que ellas arranquen
no se queda, está de paso.
Cosecheras de apariencias
no saben que cada una
está celando un arcano
Hermosos, sí, los sentidos,
pero no llegan a tanto.
Hay otra cosa mejor,
hay un algo,
un puro querer cerniéndose,
por aires ya sobrehumanos
-galán de lo que se esconde-,
que puede más, y más alto.
Un algo que inicia ya,
muy misterioso, el trabajo
de coger su flor al mundo
-alquimia, birlibirloque-
para siempre, y sin tocarlo.
Pedro Salinas
allí delante, qué claro!
No era nada, era una rosa
haciendo feliz a un tallo,
un pájaro que va y viene
soñando que él es un pájaro,
una piedra, lenta flor
que le ha costado a esta tierra!
un esmero de mil años.
¡Qué fácil, todo al alcance!
¡Si ya no hay más que tomarlo!
Las manos, las inocentes
acuden siempre al engaño.
No van lejos, sólo van
hasta donde alcanza el tacto.
Rosa la que ellas arranquen
no se queda, está de paso.
Cosecheras de apariencias
no saben que cada una
está celando un arcano
Hermosos, sí, los sentidos,
pero no llegan a tanto.
Hay otra cosa mejor,
hay un algo,
un puro querer cerniéndose,
por aires ya sobrehumanos
-galán de lo que se esconde-,
que puede más, y más alto.
Un algo que inicia ya,
muy misterioso, el trabajo
de coger su flor al mundo
-alquimia, birlibirloque-
para siempre, y sin tocarlo.
Pedro Salinas