El título nº 2 del ensayo escrito de Teoría del Conocimiento (TOK) nos pregunta ¿Cuándo deberíamos confiar en que nuestros sentidos nos conducen a la verdad? La cuestión parece suponer que nuestros sentidos nos engañan con una cierta frecuencia, y, que por tanto no parecen fiables de forma habitual. Veamos algunas consideraciones.
1. La validez del conocimiento sensible para conocer la verdad parece haberse puesto en entredicho con Platón (s.V a.C.). Este autor en el libro VII de la República nos propone una alegoría en la que la humanidad es representada dentro de una cueva sometida al conocimiento de las sombras que arroja el fuego sobre el fondo de la caverna. Para Platón, el conocimiento que nos conduce a la verdad es el conocimiento intelectual; el conocimiento sensible tan solo nos lleva al conocimiento de las apariencias, no del verdadero ser de las cosas.
2. En la misma línea, René Descartes, s. XVII, en la primera de sus Meditaciones Metafísicas, decide dudar metódicamente del conocimiento sensible pues, se dice, si alguna vez mis sentidos me han engañado, ¿por qué no me van a engañar siempre hasta el extremo de que incluso sea yo incapaz de reconocer el engaño? Al final, en la última de las meditaciones que componen su libro, la sexta, Descartes recupera la fiabilidad parcial del conocimiento sensible. Descartes, como Platón, deposita toda su confianza en el conocimiento intelectual.
3. Autores británicos como John Locke, Berkeley o el ya nombrado David Hume fueron partidarios de priorizar la validez del conocimiento sensible sobre cualquier otra fuente de conocimiento. Aportaron, entre otras razones, la vivacidad de las impresiones en comparación con lo inimaginable de las ideas intelectuales. Para estos autores que reciben el nombre de empiristas, el conocimiento intelectual es un conocimiento sensible algo deteriorado, desvahido.
4. ¿Podemos vivir totalmente engañados por nuestros sentidos?... De ser así ¿cómo nos podriamos dar cuenta del error? ¿cómo podríamos formularnos la pregunta inicial de este título? Tan absurdo es decir que mis sentidos me engañan siempre, como que no se equivocan nunca. ¿Cómo nos damos cuenta del error de nuestro conocimiento sensible?
5. Descartes cita el ejemplo de la percepción del palo que se introduce en el agua. Esta experiencia común nos presenta un palo doblado cuando en verdad sabemos que el palo no sufre ninguna deformación. Esta aberración óptica sabemos que es causa de la distinta densidad del agua y del aire, pero ¿cómo nos damos cuenta de que es errónea?
6. Tanto Descartes como Hume consideraron que los sentidos son fiables cuando se trata de la percepción de los sensibles comunes, es decir, cuando se trata de objetos que pueden ser percibidos por diversos sentidos. Por ejemplo, la figura, le movimiento, el tamaño... Cuantos más sentidos intervienen, más fiabilidad tiene nuestro conocimiento.
7. Aristóteles (s.IV a.C), sin embargo, consideraba que los sentidos resultan fiables cuando perciben los sensibles propios característicos de cada sentido. Así, si la vista percibe algo, ha de ser necesariamente un color; si el oido capta alguna cosa es un sonido... Para Aristóteles los sensibles propios son de la máxima garantía veritativa.
8. Cabría preguntarnos en qué consiste el error de nuestro conocimiento sensible para poder dar una respuesta cabal a la cuestión. En los ejemplos creo que es suficientemente claro explicar cómo se produce el error, cómo nos damos cuenta, y cómo lo corregimos.
9. Como argumento por reducción al absurdo nos podríamos plantear qué quedaría de nuestro conocimiento científico si elimináramos la validez de nuestro conocimiento sensible.
miércoles, 14 de noviembre de 2007
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