viernes, 4 de septiembre de 2009

La persona desde su etimología


Etimológicamente, el término persona precede de las voces latinas persona ('máscara que se pone el acto', 'personaje de un drama') y personare ('sonar con fuerza', 'resonar'), las cuales a su vez, según la mayoría de los autores, derivan de la palabra griega prosopon ('máscara','papel para representar'). Ambos términos, griego y latino, están estrechamente relacionados: para hacerse oír en los teatros al aire libre los actores griegos utilizaban una máscara, a modo de megáfono, para que la voz resonara en el aire. Pero, aparte de esta función práctica, el uso de la máscara tenía una función dramatúrgica: ocultar el rostro del actor y distorsionar la voz; así se lograba que el espectador no viera ni oyera al actor, sino al personaje.

En el sentido expuesto, la metáfora de la máscara muestra la capacidad que tiene el ser humano de distanciarse de sí mismo -yo soy yo-, de conocerse a sí mismo. Esta consciencia de sí mismo, de ser capaz de decir 'yo', es lo que permite al ser humano -siguiendo con la metáfora del actor- pueda 'dejar de lado su yo', sus preocupaciones, sus intereses, sus problemas, su personalidad, y pueda asumir la personalidad (el yo) del personaje que interpreta. Cuando actúa el actor no está fingiendo ser otra persona. Está encarnando al personaje.