miércoles, 14 de noviembre de 2007

¿Cuando deberíamos confiar en que nuestros sentidos nos conducen a la verdad?

El título nº 2 del ensayo escrito de Teoría del Conocimiento (TOK) nos pregunta ¿Cuándo deberíamos confiar en que nuestros sentidos nos conducen a la verdad? La cuestión parece suponer que nuestros sentidos nos engañan con una cierta frecuencia, y, que por tanto no parecen fiables de forma habitual. Veamos algunas consideraciones.
1. La validez del conocimiento sensible para conocer la verdad parece haberse puesto en entredicho con Platón (s.V a.C.). Este autor en el libro VII de la República nos propone una alegoría en la que la humanidad es representada dentro de una cueva sometida al conocimiento de las sombras que arroja el fuego sobre el fondo de la caverna. Para Platón, el conocimiento que nos conduce a la verdad es el conocimiento intelectual; el conocimiento sensible tan solo nos lleva al conocimiento de las apariencias, no del verdadero ser de las cosas.
2. En la misma línea, René Descartes, s. XVII, en la primera de sus Meditaciones Metafísicas, decide dudar metódicamente del conocimiento sensible pues, se dice, si alguna vez mis sentidos me han engañado, ¿por qué no me van a engañar siempre hasta el extremo de que incluso sea yo incapaz de reconocer el engaño? Al final, en la última de las meditaciones que componen su libro, la sexta, Descartes recupera la fiabilidad parcial del conocimiento sensible. Descartes, como Platón, deposita toda su confianza en el conocimiento intelectual.
3. Autores británicos como John Locke, Berkeley o el ya nombrado David Hume fueron partidarios de priorizar la validez del conocimiento sensible sobre cualquier otra fuente de conocimiento. Aportaron, entre otras razones, la vivacidad de las impresiones en comparación con lo inimaginable de las ideas intelectuales. Para estos autores que reciben el nombre de empiristas, el conocimiento intelectual es un conocimiento sensible algo deteriorado, desvahido.
4. ¿Podemos vivir totalmente engañados por nuestros sentidos?... De ser así ¿cómo nos podriamos dar cuenta del error? ¿cómo podríamos formularnos la pregunta inicial de este título? Tan absurdo es decir que mis sentidos me engañan siempre, como que no se equivocan nunca. ¿Cómo nos damos cuenta del error de nuestro conocimiento sensible?
5. Descartes cita el ejemplo de la percepción del palo que se introduce en el agua. Esta experiencia común nos presenta un palo doblado cuando en verdad sabemos que el palo no sufre ninguna deformación. Esta aberración óptica sabemos que es causa de la distinta densidad del agua y del aire, pero ¿cómo nos damos cuenta de que es errónea?
6. Tanto Descartes como Hume consideraron que los sentidos son fiables cuando se trata de la percepción de los sensibles comunes, es decir, cuando se trata de objetos que pueden ser percibidos por diversos sentidos. Por ejemplo, la figura, le movimiento, el tamaño... Cuantos más sentidos intervienen, más fiabilidad tiene nuestro conocimiento.
7. Aristóteles (s.IV a.C), sin embargo, consideraba que los sentidos resultan fiables cuando perciben los sensibles propios característicos de cada sentido. Así, si la vista percibe algo, ha de ser necesariamente un color; si el oido capta alguna cosa es un sonido... Para Aristóteles los sensibles propios son de la máxima garantía veritativa.
8. Cabría preguntarnos en qué consiste el error de nuestro conocimiento sensible para poder dar una respuesta cabal a la cuestión. En los ejemplos creo que es suficientemente claro explicar cómo se produce el error, cómo nos damos cuenta, y cómo lo corregimos.
9. Como argumento por reducción al absurdo nos podríamos plantear qué quedaría de nuestro conocimiento científico si elimináramos la validez de nuestro conocimiento sensible.

4 comentarios:

Martín Curiel dijo...

http://ilusionoptica.durky.com/?ilu=54
He trobat una web plena de il·lusions òptiques

Martín Curiel dijo...

Todo lo que he tenido hasta hoy por más verdadero y seguro, lo he aprendido de los sentidos o por los sentidos: ahora bien: he experimentado varias veces que los sentidos son engañosos, y es prudente no fiarse nunca por completo de quienes nos han engañado una vez.

Pero aunque los sentidos nos engañen, a las veces, acerca de cosas muy poco sensibles o muy remotas, acaso haya otras muchas, sin embargo, de las que no pueda razonablemente dudarse, aunque las conozcamos por medio de ellos: como son, por ejemplo, que estoy aquí, sentado junto al fuego, vestido con una bata, teniendo este papel en las manos, y otras por el estilo. Y ¿cómo negar que estas manos y este cuerpo sean míos, a no ser que me empareje a algunos insensatos, cuyo cerebro está tan turbio y ofuscado por los negros vapores de la bilis, que afirman de continuo ser reyes, siendo muy pobres, estar vestidos de oro y púrpura, estando en realidad desnudos, o se imaginan que son cacharros, o que tienen el cuerpo de vidrio? Mas los tales son locos: y no menos extravagante fuera yo si me rigiera por sus ejemplos.

Sin embargo, he de considerar aquí que soy hombre y, por consiguiente, que tengo costumbre de dormir y de representarme en sueños las mismas cosas y aun a veces cosas menos verosímiles que esos insensatos cuando velan. ¡Cuántas veces me ha sucedido soñar de noche que estaba en este mismo sitio, vestido. sentado junto al fuego. estando en realidad desnudo y metido en la cama! Bien me parece ahora que, al mirar este papel, no lo hago con ojos dormidos: que esta cabeza, que muevo, no está somnolienta: que si alargo la mano y la siento, es de propósito y a sabiendas; lo que en sueños sucede no parece tan claro y tan distinto como todo esto. Pero si pienso en ello con atención, me acuerdo de que. muchas veces, ilusiones semejantes me han burlado mientras dormía: y, al detenerme en este pensamiento, veo tan claramente que no hay indicios ciertos para distinguir el sueño de la vigilia, que me quedo atónito, y es tal mi extrañeza, que casi es bastante a persuadirme de que estoy durmiendo.

Meditación Primera, René Descartes

Josep Blanch dijo...

Yo opino que para conocer una realidad, sólo puede ser conocida por los sentidos o por instrumentos que nos propor­cionan una imagen que no tiene por que ser la propia realidad.

En todo esto se encuentra el idealismo que surgió en el siglo XVIII y XIX. Donde según Kant para quien las cosas en sí no se pueden conocer, y sólo conocemos los fenómenos, son organizados por nosotros de acuerdo con ciertos esquemas propios de nuestro modo de conocer, tales como el espacio, el tiempo, y la sustancia o las formas de entendimiento. Otro idealista fue Hegel que entiende que los objetos de la experiencia tienen el fundamento de su verdadera realidad, de modo que no son mas que fenómenos. Con esto vemos que no siempre los sentidos conducen a la verdad, ya que los sentidos pueden ser como he dicho antes fenómenos.

Según esto y para concluir, puede ser que los sentidos nos engañen o no, dependiendo de quién sea y lo que sea. Como por ejemplo, que vea a una persona por la calle con una manera de vestir muy pobre, pero alomejor es una persona con mucho dinero o de una clase social muy elevada. Por eso los sentidos no nos conducen siempre a la verdad.

Anónimo dijo...

Si alguien no supiera nada sobre los sentidos y le enseñaran las imágenes que confunden, quizás llegaría a la conclusión que su vista no le va bien o simplemente le engaña.
Claro que, nosotros, como buenos seres humanos que somos, sabemos que los sentidos son esenciales para nuestro desarrollo e interacción con el mundo. Tacto, gusto, oido, vista y olfacto son necesarios pues,¿cómo sabríamos cómo huelen las rosas?¿Cómo escucharíamos a los demás?¿Cómo los veríamos?
Siguiendo con esta línea, saldrían muchísimas preguntas.
El que nos engañen es por condición humana, algo normal, en el sentido de que, cuando ocurren estas confusiones, no les tenemos que dar importancia, es nuestro propio ser que, por su "construcción", falla.

Cuando estamos seguros y confiamos en nuestros sentidos, es cuando vemos la realidad tal y como es. Cuando uno piensa constantemente si sus sentidos le fallaran, termina creyendo:
¿Y si lo que nos rodea simplemente no existe, que es algo falso, que carece de materia pero nosotros damos vida, forma y ser, que nuestros sentidos solo son herramientas que nos hacen vivir algo que es una simple ilusión?
¿Y si no existieramos?¿Y si existiera Matrix realmente, que no sólo nos hayan mostrado esta película para verla sino para hacernos ver una verdad?

Perdon si lo que escribo no tiene que ver nada pero me viene a la cabeza y prefiero plasmar las ideas.