admiración
Que la filosofía no se trata de una ciencia productiva, es evidente ya por los primeros que filosofaron. Pues los hombres comienzan y comenzaron siempre a filosofar movidos por la admiración; al principio admirados ante los fenómenos sorprendentes más comunes; luego avanzando poco a poco y planteándose problemas mayores, como los cambios de luna y los relativos al sol y a las estrellas, y la generación del universo. Pero el que se plantea un problema o se admira, reconoce su ignorancia.Por eso también el que ama los mitos, es en cierto modo filósofo; pues el mito se compone de elementos maravillosos. De suerte que, si filosofaron para huir de la ignorancia, es claro que buscaban el saber en vista del conocimiento, y no por alguna utilidad. Y así lo atestigua lo ocurrido. Pues esta disciplina comenzó a buscarse cuando ya existían casi todas las cosas necesarias y las relativas al descanso y al omato de la vida. Es pues, evidente que no la buscamos por ninguna otra utilidad, sino que, así como llamamos hombres libres al que es para sí mismo y no para otro, así consideramos a esta como la única ciencia libre, pues esta sola es para sí misma[...]
Así pues, pues, todas las ciencias son más necesarias que ésta; pero mejor, ninguna.
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Metafísica, 982b- 983a. (Gredos, Madrid 1970, p. 14-17).
lunes, 26 de noviembre de 2007
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