martes, 23 de octubre de 2007

Filosofía y poesía


Cuantos sistemas filosóficos se han fraguado como suprema combinación de los resultados finales de las ciencias particulares, en un período cualquiera, han tenido mucha menos consistencia y menos vida que aquellos otros que representaban el anhelo integral del espíritu de su autor. Y es que las ciencias, importándonos tanto y siendo indispensables para nuestra vida y nuestro pensamiento, nos son, en cierto sentido, más extrañas que la filosofía. Cumplen un fin más objetivo, es decir, más fuera de nosotros. Son, en el fondo, cosa de economía. Un nuevo descubrimiento científico, de los que llamamos teóricos, es como un descubrimiento mecánico, el de la máquina de vapor, el teléfono, el fonógrafo, el aeroplano, una cosa que sirve para algo. Así, el teléfono puede servirnos para comunicarnos a distancia con la mujer amada. Pero ésta, ¿para qué nos sirve? Toma uno el tranvía eléctrico para oír una ópera, y se pregunta: "¿Cuál es en este caso más útil, el tranvía o la ópera?". La filosofía responde a la necesidad de formarnos una concepción unitaria y total del mundo y de la vida, y como consecuencia de esta concepción, un sentimiento que engendre una actitud íntima y hasta una acción. Pero resulta que ese sentimiento, en vez de ser consecuencia de aquella concepción, es causa de ella. Nuestra filosofía, esto es, nuestro modo de comprender o de no comprender el mundo y la vida, brota de nuestro sentimiento respecto a la vida misma. Y ésta, como todo lo afectivo, tiene raíces subconscientes, inconscientes tal vez. No suelen ser nuestras ideas las que nos hacen optimistas o pesimistas, sino que es nuestro optimismo o nuestro pesimismo, de origen fisiológico o patológico quizás, tanto el uno como el otro, el que hace nuestras ideas. El hombre, dicen, es un animal racional. No sé por qué no se haya dicho que es un animal afectivo o sentimental. Y acaso lo que de los demás animales le diferencia sea más el sentimiento que no la razón.

Miguel de Unamuno, Del Sentimiento Trágico de la vida

1 comentario:

sorero dijo...

Remitiéndome a Salinas, en el poema titulado:"Las cosas" tiene una gran razón diciendo que la poesía es el medio que va más allá de la superficialidad de los sentidos. La poesía, en definitiva, nos hace alcanzar la esencia de la vida, la raíz de las cosas.
La poesía es como un gran foco de luz que nos hace ver de un modo global la realidad y que al mismo tiempo, se hacerca hasta la raíz de la vida y de las cosas. En definitiva, es el foco que nos ilumina la realidad, la cual únicamente podemos palpar sin ella.
Por otro lado, como apoyan los filósofos existencialistas como Jean Wahl, es comparable con la filosofía, pues ambas tienen la misma finalidad, tratar de esclarecer el mundo y la vida. Ambas se ocupan del conocimiento suprarracional de las cosas, parte de la realidad a la que los sentidos están incapacitados a alcanzar.
En conclusión, yo creo que la poesía es algo indispensable para conocer de una forma global y profunda la realidad ya que con los sentidos, nos quedamos a las puertas de la infinita realidad que nos ha sido dada. En definitiva, la poesía, como dice Pedro salinas: " Es un puro querer cerniéndose por aires ya sobrehumanos".